Evidentemente hay iniciativas que encaminan esta teoría. Andrés Zurita, Presidente de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI), cree que en los últimos cuatro años se ha construido un ecosistema innovador. De hecho, programas como Emprende Ecuador (desde 2013) han creado una base de emprendedores, clubes y fondos de inversores y hasta materias de emprendimiento dentro de la malla curricular de secundaria. <br /> <br /> Cada iniciativa, por más pequeña que sea, incentivaron para que los diferentes actores generen redes de intercambio y difusión. Por ejemplo, a finales de este mes se desarrollará el proyecto Innova Quito, un espacio para potenciar las capacidades de emprendimiento e innovación y dar soluciones a la capital y brindaroportunidades de implementación<br /> a ideas de gran aliento; se estima contar con alrededor de 700 proyectos.<br /> <br /> Para Zurita estas iniciativas y otras favorecen a la creación de un ecosistema, en el que las empresas son indispensables. Justamente ellas generan nuevos procesos aplicados a la realidad. Según Ana Santos, miembro de la Red Ecuatoriana de Innovación, las compañías ecuatorianas deben apuntar a idear nuevos procesos y servicios que están ligados también a la transformación inherente de los seres humanos.<br /> <br /> Para lograrlo es necesario responderse: ¿para qué somos buenos? Según Zurita, no se puede pretender, por ejemplo, pensar que en Ecuador se podría innovar en procesos tecnológicos netamente, pero sí lo podría hacer en sectores agroindustriales y turismo.<br /> <br /> Los resultados serán evidentes en el transcurso del tiempo. Y a pesar de que sí existen innovaciones locales de impacto (ver siguiente página), hay que concientizar que solo en el momento de que se tenga ideas consolidadas, que puedan cambiar la composición de la exportación, del Producto Interno Bruto y del valor agregado ecuatoriano podríamos medir el escenario real de innovación en el país. <br />