En gran medida, nuestra sociedad está moldeada por una cultura de consumo. Desde una edad temprana, estamos expuestos a mensajes publicitarios que nos animan a comprar productos y servicios. La educación formal a menudo no prioriza la educación financiera o el consumo responsable, y las redes sociales refuerzan la idea de que la felicidad y el éxito están ligados a la posesión de bienes materiales. Las compras han trascendido su función básica de adquirir bienes y servicios para convertirse en una experiencia emocional compleja. El marketing, artífice de esta transformación, ha convertido el acto de comprar en una danza cuidadosamente coreografiada que apela a nuestras emociones más profundas, impulsándonos a realizar adquisiciones que a menudo no son necesarias y que, en ocasiones, pueden resultar perjudiciales para nuestro bienestar financiero y emocional. Empresas y marcas se valen de una batería de estrategias de técnicas psicológicas para despertar emociones específicas en los consumidores. La publicidad emocional, omnipresente en nuestros días, recurre a imágenes evocadoras, música cautivadora y narrativas conmovedoras para crear una conexión emocional con el producto o servicio que se promociona. De hecho, según los datos, el 80% de las decisiones de compra se toman a nivel emocional, y solo el 20% se basan en la razón. Esta preponderancia de las emociones en el proceso de compra convierte a los consumidores en seres vulnerables a las estrategias del marketing emocional. También puedes leer: Heinz ha creado chispitas de ketchup, el producto más divertido de la historia La publicidad nos bombardea con imágenes de personas felices y exitosas que disfrutan de una vida ideal gracias al consumo de determinados productos. Se nos promete que al adquirirlos, podremos alcanzar esa felicidad y estatus tan anhelados, creando una falsa necesidad que nos impulsa a comprar de forma impulsiva. De echo, diferentes estudios han demostrado, que los consumidores que se sienten infelices son más propensos a realizar compras impulsivas en un intento de mejorar su estado de ánimo a corto plazo. Sin embargo, este efecto suele ser efímero, dejando al consumidor con una sensación de vacío y frustración al no encontrar la felicidad duradera que buscaba en los productos adquiridos. Las marcas también también recurren a otras estrategias de marketing como las técnicas de la escasez artificial para crear una sensación de urgencia en los consumidores, incitándoles a actuar de forma precipitada sin analizar detenidamente su compra. Frases como "oferta por tiempo limitado", "últimas unidades disponibles" o "descuentos exclusivos" son utilizadas para crear una falsa percepción de escasez que impulsa a los consumidores a realizar compras impulsivas que luego pueden lamentar. Las investigaciones sobre este fenómeno han demostrado que este tipo de tácticas aprovecha el temor a perder una oportunidad, un fenómeno conocido como FOMO, que afecta a una parte significativa de la población. En este contexto, el 70% de los consumidores admite haber cedido a la tentación de una oferta con escasez artificial en algún momento, revelando la efectividad de esta estrategia. Sin embargo, las compras impulsivas generadas por la escasez artificial no siempre resultan satisfactorias. De hecho, el 60% de estas adquisiciones son objeto de arrepentimiento posterior por parte de los consumidores, quienes pueden sentirse presionados a tomar decisiones rápidas sin analizar adecuadamente sus necesidades. Además, la credibilidad de estas ofertas está en entredicho, ya que el 80% de los consumidores percibe las tácticas de escasez artificial como falsas. Esta percepción podría erosionar la confianza del público en las marcas que recurren a este tipo de estrategias, lo que subraya la importancia de la transparencia y la autenticidad en el marketing contemporáneo. También puedes leer: Ambush Marketing: ¿Qué es y por qué es tan polémico? ¿Qué venden las grandes marcas a nivel mundial? Rolex: Esta marca inglesa no vende relojes, sino venden poder, exclusividad y éxito. Coca-Cola: La multinacional de bebidas no vende solo refrescos sino felicidad, diversión y tiempo de calidad. Nike: La marca norteamericana no vende zapatos sino vende motivación, inspiración y logros. Apple: La empresa creada por Steve Jobs no svende teléfonos y tecnología sino venden innovación, creatividad y simplicidad. BMW: Esta marca más allá de vender autos, vende prestigio. Harley-Davidson: La famosa marca estadounidense de motocicletas, vende libertad y rebeldía. Red Bull: Esta popular marca austriaca no solo vende bebidas energéticas sino adrenalina.