<span style="font-weight: bold;">Nómadas digitales y location independents son categóri-camente distintos. Los primeros cuentan con una natura-leza viajera. Están en continuo movimiento (cada semana, cada mes), mientras que los segundos deciden trabajar de forma independiente (desde un coworking o desde su pro-pia casa) pero no eligen viajar por necesidad. Tienen la opción, pero no optan por ella o no tienen los recursos económicos sufi cientes para permitirse ser digital nomad.</span><br /> <br /> La etiqueta de nómada digital nació en 1997, promovida por dos investigado-res y economistas Tsugio Makimoto y David Manners, que escribieron Digital Nomads. El libro plantea las profesiones del futuro, la emergencia de los nuevos trabajos relacionados con los grandes procesos digitales y la necesidad del ser hu-mano de moverse de un lugar a otro. Una de las hipótesis que barajaban era que en unos años, los trabajadores podrían vivir moviéndose por el globo porque el trabajo se encontraría donde estuviera el ordenador.<br /> <br /> Nada más lejos de la realidad. Veinte años después, este movimiento constituye una renovada revolución tecnológica, se ha consolidado y ha empezado a difundirse. “Un nómada digital es una persona que tiene la posibilidad de trabajar en remoto y que aprovecha la oportunidad para viajar y adoptar un estilo de vida viajero, nómada. Hay cierta controversia sobre cómo se definen estos profesionales. A veces lo hacen como profesionales independientes y otras lucen con orgullo la etiqueta de nómadas digitales”, explica Fabiola Manccinelli, antropóloga especializada en turismo y cultura de viaje y profesora en la Universidad de Barcelona.<br /> <br /> Stuart Jones, fundador de la agencia de viajes inspiracionales Coworkation, destaca la importancia de la etapa en la vida en la que cada nómada se encuentre. “En función de tus valores y deseos, tú puedes ser arquitecto de tu propia vida. La principal ventaja de un nómada digital, que deslocaliza su oficina, es la libertad para trabajar desde cual-quier sitio y en el horario que decida, porque afecta a todos los otros ámbitos de su día a día. No solo se trata de viajar, va mucho más allá”.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">Profesionales y viajeros privilegiados</span><br /> <br /> No todo el mundo puede permitirse el lujo de ser nómada digital, es un privilegio reservado para unos pocos. “Se trata de un fenómeno de clase media, de personas con un nivel cultural alto y con pasaportes fuertes. Es un nicho de viajeros privilegiados”, ex-plica Manccinelli. Los pasaportes fuertes son los que tienen acceso a muchos países sin tener que pagar visados. En el ‘Global Passport Power Rank 2017’ se observa que los más fuertes en estos momentos son los ciudadanos de Alemania y Singapur, con acceso a 159 países, seguidos de los de Suecia y Corea del Sur, que pueden entrar en 158 países.<br /> <br /> Si bien es cierto que en este momento no existe una nacionalidad predominante en el movimiento de los nómadas digitales, sí hay lugares que los atraen en mayor medida. Bali, en Indonesia, Chai Mai, en Tailandia, Lisboa, en Portugal, Medellín, en Colombia, Taghazouts en Marruecos o las Islas Canarias, en España. “España no está atrasada en cuanto a este <span style="font-size: 13.3333px;">movimiento porque aún es demasiado nuevo. Barcelona, en concreto, ha sido un punto de referencia turístico los últimos años y a su vez cuenta con un espíritu emprendedor que hace que, posiblemente, un nómada digital decida antes venir a la ciudad condal que a otras como Nueva York”, apuntan desde Coworkation.</span> <br /> <img src="https://admin.grupo-ekos.com/storage/posts/fotos-articulos-temario/edicion 165/103.png" align="center" style="margin: 0px 0px 20px 0px;" /> <img src="https://admin.grupo-ekos.com/storage/posts/fotos-articulos-temario/edicion 165/104.png" align="center" style="margin: 0px 0px 20px 0px;" /> <br /> <span style="font-weight: bold; font-size: 12pt;">El pago de impuestos o los derechos y obligaciones como ciudadanos son algunos de los mayores problemas a los que deben enfrentarse hoy los nómadas digitales.</span><br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">Antinomias jurídicas y lagunas legales</span><br /> <br /> El pago de impuestos, la regulación en los servicios que ofrecen como profesionales o los derechos y obligaciones como ciudadanos son algunos de los mayores problemas a los que deben enfrentarse hoy en día. “Existen problemas de fiscalidad. Trabajan desde distintos países pero ¿Dónde tributan? ¿Dónde pagan sus impuestos? ¿Cómo es ese estilo de vida sostenible a nivel económico a largo plazo? y nos preguntamos ¿Qué hará esta gente? ¿Podrá ahorrar? ¿Tendrán un plan de pensiones? ¿Y si enferman?”, plantea Manccinelli.<br /> <br /> Algunos países, han decidido dejar de mirar para otro lado y han planteado soluciones eficaces a corto plazo. Fabiola Manccinelli, explica que en “lugares como Estonia, Bulgaria y Tailandia están tratando de responder a estas cuestiones planteando posibilidades de visados especiales, que permitan a los nómadas dejar algo de impuestos y a cambio tener algunas garantías y seguridades y tratar así de proporcionarles una forma de arraigo”.<br /> <br /> En este sentido, en Indonesia, que constituye uno de los mayores centros neurálgicos actuales de nómadas digitales, existen tres tipos de permisos y visas que, en algunos casos, dificultan el día a día de todo nómada digital. El ‘Social Visa’ conforma una estancia de seis meses, previo pago de 300 euros, que no permite trabajar, ni estudiar ni hacer negocios y durante los cuales al nómada no se le permite abandonar el país. En caso de que lo haga, debe volver a solicitar el visado.<br /> <br /> Por otra parte, encontramos el ‘Business Visa’, que también tiene un coste de 300 euros y aunque bien es cierto que tampoco permite trabajar, ni estudiar ni crear una empresa, sí ofrece la posibilidad de organizar reuniones de negocios y exportar servicios. El periodo de residencia es un año, en el que es posible realizar múltiples salidas. En concreto, si el nómada digital se establece un tiempo determinado en Bali, está obligado a salir cada dos meses a otro país sin necesidad de pasar por los trámites de la renovación y extensión del visado.<br /> <br /> Por último, destaca ‘Kitas’, un visado que sí permite trabajar y para el que hay que poner especial atención a la letra pequeña: solo es concedido si una compañía esponsoriza el proyecto, negocio, empresa desarrollado por el solicitante. El coste asciende a 3000 euros que, como explica Ana González, nómada digital y fundadora de la productora La Realidad, generalmente es abonado por los propios nómadas digitales que no encuentran una compañía dispuesta a asumir esa cantidad.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">Sentido de arraigo y concepto de hogar<br /> <br /> </span>Marko Randelovic es director de cine y nómada digital. Ha vivido en Tailandia y en Bali desde que decidió salir de la rutina establecida y perseguir sus sueños. “Hace tres años, estuve viajando por Asia. Estuve en Laos, Tailandia, Camboya. Y pensé: estas seis semanas han sido lo mejor que he hecho en mi vida. No quería volver a casa, a trabajar, para ahorrar dinero, volver a viajar y gastarlo. Estuve estudiando diferentes formas de hacerlo. Hice diseño gráfico, diseño web, marketing, estuve escribiendo y trabajé en un banco un tiempo. Cuando me despidieron del banco, recibí ese impulso y decidí seguir mi pasión que es hacer películas”.<br /> <br /> La soledad es, curiosamente, uno de los puntos a resolver en la vida de un nómada digital. Para Randelovic, “si eres una persona muy sociable y necesitas gente alrededor, puedes sentirte solo. Yo lo soy y a veces me siento así. Pero mi trabajo me llena porque siento verdadera pasión. Así que si estuviera haciendo de comercial o trabajando en marketing en Bali, me sentiría solo. Pero así siento que estoy haciendo algo que merece la pena. Para mí, eso es más importante que la soledad misma”.<br /> <br /> Otro problema que se les plantea a estos trabajadores tiene que ver con la necesidad de sentirse parte de algo. Fabiola Manccinelli, ha investigado con especial detalle este concepto. “Hay unas rutinas muy concretas que sirven para crear el hogar. A un primer nivel la casa, para los nómadas digitales, se encuentra donde está el wifi . Pero ellos tienen dos formas de arraigo, una virtual, que está en los grupos, en las comunidades de la red, y una más física que se basa en algunas rutinas, sobre todo, de deporte o de prácticas de yoga, o de meditación”, apunta.<br /> <br /> También localizar y ser partícipe de lo que ellos defi nen como “su comunidad” es otro de sus mayores anhelos. “Ya se está solucionando, primero porque cada vez hay más gente y también porque hay profesionales que están poniendo en contacto a nómadas digitales. Están creando empresas y comunidades que desarrollan apps para esos nómadas digitales”, confi esa Jones. No hay un lugar en el mundo que los profesionales del futuro no quieran visitar y desde el que no anhelen trabajar. “Are we settlers or are we nomads?”