En los meses previos a una reunión de planificación económica para 2016 que se llevaría a cabo a fines del año pasado, los principales asesores del presidente chino, Xi Jinping, revisaron una serie de estudios sobre las reformas de libre mercado que en su momento defendieron el presidente estadounidense Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">La dependencia tradicional del gobierno chino del crédito barato para estimular la demanda había llegado a su límite.</span> Los asesores buscaban nuevas formas de reactivar la economía, como recortes de impuestos y de tarifas que pagan las empresas para alentar la inversión y el consumo. “El viejo modelo de la economía keynesiana ya no funciona en China”, dijo un alto funcionario cercano a los líderes chinos.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">En su reunión de octubre, la Reserva Federal de Estados Unidos también estaba planificando sus próximos pasos</span>. Ante la mejora del mercado laboral, el banco central se preparaba para subir las tasas de interés de corto plazo, pero algo seguía preocupando a sus funcionarios. Algún shock podía causar una nueva recesión y obligar a la Fed a bajar otra vez las tasas a cero. Tendrían poco margen para proveer estímulo adicional mediante el abaratamiento del costo del dinero.<br /> <br /> En diferentes centros globales de poder, un tema empezó a dominar las conversaciones de fines del año pasado. El crecimiento a base de crédito barato orquestado por los bancos centrales de las principales economías del mundo se agotó.<span style="font-weight: bold;"> Si las autoridades quieren respaldar una expansión global en 2016 y más allá, no tendrán más remedio que proponer nuevas soluciones, incluyendo un enfoque en reformas de largo plazo.<br /> </span><br /> El derrumbe de los mercados mundiales con el que comenzó el año sugiere que escasea la confianza de los inversionistas en la capacidad de los formuladores de política para abordar estos desafíos.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">La tasa de interés de corto plazo promedio en las economías desarrolladas es de 0,36%</span>, según el banco estadounidense J.P. Morgan Chase, y en el caso de varias economías europeas es negativa. Las carteras de bonos y otros activos de los bancos centrales en EE.UU., Europa y Japón están infladas. <span style="font-weight: bold;">Problemas de plazos más largos aquejan a las economías industrializadas que no pueden ser resueltos por el crédito barato</span>, como el envejecimiento de la población y un menor crecimiento de la productividad, a lo que hay que sumar una combinación de desequilibrios fiscales y discrepancias políticas que afectan la inversión a largo plazo y la reforma tributaria.<br /> <br /> “Cuesta pasar por alto la necesidad de contar con una infraestructura más moderna en muchas partes de la economía estadounidense”, señaló Stanley Fischer, vicepresidente de la Fed, en un reciente discurso sobre los límites de la política monetaria. “Y no debemos olvidar que esa inversión efectiva adicional en educación también fortalece el capital de la nación”.<br /> <br /> “Los bancos centrales tendrán menos municiones para combatir recesiones en el futuro”, señala Douglas Elmendorf, decano de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard.<span style="font-weight: bold;"> “Necesitaremos usar la política fiscal de manera más enérgica para combatir recesiones en el futuro”.<br /> <br /> La Fed evalúa sus opcione</span>s, como el uso de tasas de interés negativas y la expansión o manipulación de su portafolio de valores, que ya asciende a US$4,5 billones, para manejar no solamente las tasas de corto plazo, sino también las de largo plazo. Fischer mencionó ambas alternativas en su discurso.<br /> <br /> Los límites de las políticas de estímulo monetario se volvieron más evidentes a fines del año pasado, después de que el Banco Central Europeo expandió su programa de compra de bonos con el fin de reducir las tasas de corto plazo y debilitar el euro. Las acciones europeas cayeron y la moneda se fortaleció cuando quedó claro que el BCE hizo menos de lo que prometió.<br /> <br /> Pese a que la entidad emprendió un gigantesco plan de estímulo en 2014 y 2015 para apuntalar la zona euro, siempre enfatizó los límites de lo que podían lograr estas medidas si no iban acompañadas de reformas económicas. El desempleo del bloque supera 10% y en Grecia y España la cifra excede 20%.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">Muchos observadores consideran que la reducción del exceso de capacidad ha sido desde hace tiempo uno de los objetivos del actual gobierno, pero se ha topado con una férrea resistencia de parte de funcionarios municipales y provinciales a quienes les preocupa el alza del desempleo y la desaceleración del crecimiento.</span><br /> <br /> Hay señales preliminares de que el gobierno ahora habla en serio. Un astillero de la provincia de Zhejiang se acaba de declarar en bancarrota, la primera empresa del sector respaldada por el Estado que hace eso desde que los pedidos para construir barcos dejaron de llegar el año pasado.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">Es probable que el banco central de China siga con los recortes de tasas de interés, en parte para ayudar a disminuir los costos de las empresas</span>, pero el enfoque de este país en estimular la demanda mediante reducciones de tasas y gastos fiscales se ha debilitado.<br /> <br /> Desde noviembre de 2014, el Banco Popular de China ha bajado las tasas en seis ocasiones, pero las empresas pequeñas y medianas han tenido problemas para acceder al crédito, mientras que las compañías estatales ineficientes, que ya tenían un alto nivel de deuda, se han seguido endeudando. El pasivo acumulado por las empresas equivale a 160% del Producto Interno Bruto, según los cálculos de la calificadora de riesgo Standard & Poor’s. En 2008, en cambio, era de 98%.<br /> <br /> <br /> Artículo originalmente publicado por: Por Lingling Wei y Jon Hilsenrath para The Wall Street Journal