<p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; text-align: justify; ">Existen dos caminos para lograr este objetivo. </p> <p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; text-align: justify; ">El primero es cuando el líder solicita a sus colaboradores tener un conjunto de comportamientos. Les da ejemplos del comportamiento deseado, les explica la razón de ser de ese comportamiento e inclusive responde a preguntas e inquietudes al respecto. Luego, el líder se concentra en sus prioridades y dará seguimiento a sus colaboradores. Esta alternativa tiene algunas posibilidades de éxito pero no óptimas.</p> <p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; text-align: justify; ">El segundo camino incluye todo lo detallado en el primero, pero toma esa etapa como inicial. La segunda etapa es en la cual el líder da vida al comportamiento propuesto por medio del ejemplo. Cuando un colaborador observa que su jefe en el día a día se comporta de forma consistente con lo que pidió a su equipo de trabajo, entonces queda claro la aplicabilidad del comportamiento solicitado y se logra un compromiso e inclusive una necesidad apremiante de adoptar el comportamiento. Al final de cuentas lo que importa es lo que se hace, mas no lo que se dice.</p><br /> <p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; text-align: right; "><br /> </p> <p style="margin-top: 0px; margin-right: 0px; margin-bottom: 0px; margin-left: 0px; text-align: right; ">Por Mauricio Morillo W. / Presidente Great Place to Work® Institute Ecuador</p><br /> <br />