Congruente aquello con lo que IRSE preconiza, la RSE debe ser aplicada, entre otros componentes, de una manera metodológica y técnica, con indicadores cualitativos y cuantitativos, sujeta al cumplimiento de normas y guías. Se sostiene también que, sin un alma, sin una filosofía, sin valores permanentes, no se considera posible el poder aplicarla de una manera auténtica. Uno de esos principios, el primero de cuatro, es la búsqueda del bien común, los otros tres son; dignidad humana, solidaridad y subsidiaridad. Nos vamos a ocupar, por ahora, del bien común. Podríamos afirmar que se define solo. Sin embargo, caben ciertas precisiones necesarias con las que estamos de acuerdo. Por ejemplo, que “el bien común no consiste en la simple suma de los bienes particulares de cada sujeto del cuerpo social o sociedad. Siendo de todosy de cada uno, el bien común, es y permanece común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo, especialmente cuando pensamos en la sostenibilidad, en el futuro, en las siguientes generaciones”. “Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y de su derechos fundamentales”. “El bien común es un deber de todos los miembros de la sociedad:ninguno está exento de colaborar, según las propias capacidades, ensu consecución y desarrollo”. Las empresas son miembros substanciales de la sociedad, son los motores de la economía, generadores de trabajo, aportadores económicos, indispensables elementos del cuerpo social y, más allá de su legítimo objetivo, su “bien particular”, que es la generación de utilidades para sus accionistas, no están exentos de que, con base en esa principal finalidad, involucren a todos sus stakeholders -grupos de interés- de una manera práctica, estratégica, en la búsqueda del relaciones mutuamente beneficiosas, persiguiendo el bien común. Nos parece de interés el compartircon nuestros lectores en esta edición un interesante aporte de Christian Felber, quien es fundador de Attac Austria y actual portavoz, iniciador del proyecto “banco democrático”, diseñador del “economía del bien común”, periodista y escritor. Esta iniciativa, en nuestro criterio, contribuye a tornar pragmático el principio del bien común, bajo una sugestiva matriz (gráfico adjunto). La propuesta está resultando exitosa y varias empresas ya la utilizan y ejercitan para su práctica, medición, reporte y difusión.