En una entrevista, Puleo recuerda que en pleno siglo XXI, la sociedad debe hacer frente al enorme reto de detener la devastación de nuestra casa común, la Tierra, y para ello es imprescindible analizar el ecologismo con una mirada de género. En el epílogo ‘¿Hacia qué futuro vamos?’ Puleo plantea el ecofeminismo como un pensamiento que abogue por la igualdad, la sostenibilidad y la libertad, a través de pactos de ayuda mutua entre movimientos sociales, frente al tecnocapitalismo actual. Feminismo y ecologismo Hay cifras que deben llevarnos a la reflexión, como el récord de 33143 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) que impactaron en la atmósfera en 2018, según datos de la Agencia Internacional de la Energía o la subida de 3,7 milímetros del nivel del mar ese mismo año. “El cambio climático afecta a todos los seres vivos y lo seguirá haciendo en las próximas décadas”, advierte la autora del libro que ofrece claves para establecer un estrecho diálogo entre ecologismo y feminismo. Es necesario encaminar a la sociedad hacia otra concepción de la naturaleza, señala Puleo, quien utiliza en su ensayo una comparación de ‘el jardín de Epicuro’ y la búsqueda de la felicidad para invitar al lector a imaginar un mundo de igualdad y paz, sin explotación humana o animal, en el que la diversidad no sea motivo de opresión. También te puede interesar: Los países con mayor igualdad de género La autora califica su obra como una fuente de pensamiento y acción y defiende los derechos de generaciones futuras, de las poblaciones más vulnerables de los países empobrecidos y de los seres que luchan contra el hambre, la contaminación y las sequías, entre otros. “Formamos parte de la naturaleza”, subraya Puleo, quien destaca que cambiar el concepto de lo que denominamos recursos y comenzar a comprender a los mismos como seres con entidad ajena a la finalidad que les damos es una forma de transformar nuestra relación en esta “guerra suicida” contra el Planeta. El respeto a la Pachamama y la idea de bien común de los pueblos originarios latinoamericanos son un ejemplo de respeto a la Tierra, que, según la autora, la sociedad occidental debería aprender para construir una cultura ecológica en conjunto. Un elemento fundamental para poder tener capacidad de cambio es, en su opinión, la educación ambiental, cuyo objetivo central debe ser despertar el amor a la naturaleza y a los seres vivos y que sigue sin visibilizar a las mujeres que luchan como las científicas y ambientalistas Berta Cáceres, Wangari Maathai, Jane Goodall, entre otras. Fuente: EFEverde