Supongamos el caso de un empresario y su equipo que detecta que el alto costo de las llamadas internacionales es una buena oportunidad para innovar, pone en marcha un proceso creativo que tiene como objetivo facilitar la vida a quienes necesitan comunicarse frecuentemente al exterior. El equipo diseña una propuesta en base a su propia apreciación de la información que dispone sobre las preferencias del futuro usuario, los competidores, la tecnología disponible, la optimización de sus recursos, que siempre son escasos, y lo hace para construir lo que el cree que el usuario considerará valioso.<br /> <br /> Nótese que el empresario y su equipo diseñan su propuesta de valor según su propia estimación de la información que han recopilado, es decir, pasa por el filtro de sus sistemas de valores y creencias, las experiencias, los aportes de todo el equipo, las estimaciones individuales etc. Entonces, inevitablemente, siempre esa propuesta es la opinión del empresario y su equipo.<br /> <br /> El siguiente paso es transformar la propuesta de valor en un producto o servicio y a partir de ello pone a prueba su creación en un proceso llamado mercado, donde oferta y demanda buscan ponerse de acuerdo. Si lo hacen, el empresario acertó con su propuesta y, por tanto, ganará la preferencia del consumidor.<br /> <br /> Así le ocurrió a Janus Friis y Niklas Zennström, quienes fundaron Skype buscando solucionar el problema del alto costo y acceso a las llamadas internacionales. Seguramente recopilaron la información disponible sobre esta necesidad, la tecnología disponible, los competidores, etc. Procesaron esa información y lanzaron su propuesta de valor: un servicio llamado Skype.<br /> <br /> ¿El resultado? Skype tiene más de 400 millones de usuarios, más de 100 mil llamadas gratuitas e ingresos superiores a 550 millones de dólares. ¡Acertarón con su propuesta!<br /> <br /> En el diseño de una propuesta de valor interviene fundamentalmente un estado funcional del cerebro llamado mente. En ella se encuentra el conocimiento que es la materia prima para la innovación, ese conocimiento es el resultado de procesar la información disponible y a este proceso se lo llama aprendizaje.<br /> <br /> Pero esta información no está en una sola mente, está diseminada o fragmentada dentro y fuera de la organización. Por ejemplo, ¿quién podría superar la calidad de información sobre el cliente que la que tienen las personas del área de ventas? ¿Quién podría conocer mejor el comportamiento del flujo de caja que el contador de la empresa? <br /> <br /> Es justamente ese el capital intelectual, el activo más importante de la empresa, el que necesita que migremos hacia modelos de gestión centrados en el talento humano, porque ahí está la información que eventualmente podría transformarse en conocimiento para innovar.<br /> <br /> ¿Qué importancia tiene en todo esto el líder? Él tiene una enorme responsabilidad en la co-creación de una cultura organizacional que forme un contexto adecuado para que la información fluya y las personas puedan usar esa información para crear valor.<br /> <br /> Hemos visto varias empresas donde la falta de creatividad tiene una conexión directa con el estilo de liderazgo dominante, un estilo directivo muy controlador predispone que la información esté restringida al líder y muchas veces solo con fines relacionados al control no a la creación. <br /> <br /> Crear el ambiente adecuado para que la creatividad sea el centro de la productividad es una práctica necesaria en la economía actual. En resumen es importante:<br /> <ul> <li>Tomar conciencia que el principal trabajo de un líder es aprender a facilitar el aprendizaje en su empresa.</li> <li>Crear procesos adecuados para el transito de la información y la generación de espacios para la creatividad.</li> <li>Considerar los aportes de su equipo de trabajo no solo en valores cuantitativos sino cualitativos también.</li></ul><br />