<b><span style="font-size: 8pt;">Por: Julio José Prado. Presidente/Director Ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados.</span></b><br /> <br /> <b>Entendiendo el año 2015</b><br /> El 2015 inició con alertas por dos vías, la caída súbita del precio del petróleo y una rápida apreciación del dólar frente a la mayoría de monedas del mundo. <br /> <br /> El efecto en la economía ecuatoriana se sintió por dos vías principales: reducción de los ingresos petroleros del fisco y reducción de las exportaciones privadas. En ese momento, se consideró que se trataba de un shock económico temporal, y por lo tanto adoptaron medidas de corto plazo; salvaguardias para frenar las importaciones y ligeras reprogramaciones del gasto de capital fueron la medidas seleccionadas para la primera mitad del año. Pero se volvía cada vez más evidente que el shock no sería temporal, y, que la economía ecuatoriana no contaba con suficientes mecanismos de amortiguación. A este panorama económico, se sumaron elementos políticos, como la ley de herencias y plusvalía, que generaron incertidumbre.<br /> <br /> Durante el segundo semestre de 2015, el deterioro del entorno macroeconómico se agudizó: el sector exportador registró una caída de ventas en volumen y valor, la industria automotriz redujo en forma drástica la venta y fabricación de vehículos, el sector petrolero redujo sus inversiones y pospuso el pago a proveedores, y el Gobierno Central comenzó a postergar pagos a proveedores (deudas del 2015 que en buena medida se mantienen todavía vigentes a inicios del 2016). En los últimos meses del año, los requerimientos de liquidez se tornaron apremiantes ante la necesidad de pagar sobresueldos de diciembre a los servidores públicos, honrar el pago de deuda internacional y cubrir compromisos internos con proveedores que seguían creciendo.<br /> <br /> Los fondos para cubrir las necesidades tardaron en llegar o no llegaron en los niveles esperados, con lo cual crecía la incertidumbre entre los agentes económicos.<br /> <br /> En suma, la caída del precio del petróleo y la apreciación del dólar, en un contexto de insuficientes fondos públicos de ahorro, hicieron que la economía entre en recesión técnica.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">El efecto en el sistema bancario</span><br /> En un entorno como el que se acaba de describir, era inevitable que el sistema financiero en general no sienta el coletazo de la recesión técnica del 2015. Y así fue. Los depósitos en términos anualizados disminuyeron 12.9% lo que tuvo que ser compensado por medio de una reducción en la colocación de créditos, que tuvieron una disminución del 4.5% durante el 2015.<br /> <br /> El objetivo de esta medida técnica, es la de preservar la liquidez y solvencia del sistema bancario. Esta es sin duda una medida dura, no solo para las empresas que están necesitando de mayores líneas de crédito para enfrentar sus caídas de ventas y el retraso de pagos, sino también para los propios bancos, pues al disminuir el nivel de créditos otorgados, se frena la economía, eso a su vez genera menos depósitos, lo cual termina reflejándose en una menor utilidad neta. Pero la prioridad en momentos como los actuales, es mantener la estabilidad de cada banco, conservar liquidez, mantener niveles adecuados de provisiones, en suma, mantener la solidez bancaria. <br /> <br /> El dinero que cuida celosamente la banca es de sus depositantes, por ello se justifica medidas conservadoras y prudentes.<br /> La primera, está relacionada con el menor dinamismo de las empresas en Ecuador. Si las empresas venden menos, tienen menos liquidez para pagar a su personal y tienen que usar parte de sus ahorros para cubrir el hueco, en especial si -como ya se dijo- el crédito se ha contraído. La segunda razón para la caída de depósitos, está relacionada con la demora del pago a contratistas del Estado. Una cifra de esa magnitud que no entra a la economía obviamente, seca la liquidez del mercado.<br /> <br /> Tercero, la reducción de los ingresos petroleros obligó a disminuir el gasto de capital, esto genera una contracción de la actividad económica general, que se siento con mucha fuerza en industrias como la construcción y todas sus relacionadas. Cuarto, no tener claridad respecto a las cuentas fiscales y en especial a las opciones de financiamiento, genera incertidumbre. En el Ecuador, este tipo de incertidumbre, se refleja en reducción de depósitos y aumento de la tenencia de dinero en manos del público. Ventajosamente, estimamos que este último caso es el de menos incidencia, siendo las necesidades de<br /> efectivo de las empresas, la deuda pública con contratistas y la reducción de la inversión las de mayor impacto en la caída de depósitos.<br /> <br /> <span style="font-weight: bold;">¿Qué hacer?</span><br /> El nombre del juego este año es: confianza. Ante un shock económico como el que ha sentido la economía ecuatoriana, hay que generar un shock de confianza. Eso es tarea de todos los agentes económicos, pero dada la preeminencia, importancia y tamaño del sector público en Ecuador, es esencial que la confianza venga desde los hacedores de política económica. En términos muy concretos, lo que los inversionistas internacionales y nacionales están esperando, es ver un plan integral para enfrentar los desequilibrios macroeconómicos. Es esencial poner, desde todos los sectores, a la economía por sobre la política. <br /> <br /> Por el lado, de los bancos, en el 2016 se privilegiarán las operaciones que generen bajo riesgo y que permitan mantener una posición de liquidez y solvencia sólida. Desde la ABPE, la estrategia para el 2016, será mantener los canales de diálogo directo y constante con los hacedores de política económica. Creemos que es hora que las soluciones vengan de los consensos y que trabaje para retomar el rol la empresa privada, incluida la banca, como motor del desarrollo económico. Más allá de lo urgente que es tomar acciones de corto plazo, no queremos perder de vista la estrategia de mediano y largo plazo. Para ello estamos preparando una estrategia de competitividad bancaria que nos permita pensar en nuevas formas de coordinación con grupos de interés, sectores productivos, académicos y públicos.<br /> <br />