Las barras de chocolate Pacari son reconocidas en Ecuador y en el mundo. Por su calidad, esta marca ha sido galardonada en repetidas ocasiones en el Mundial del Chocolate, donde ha sido una justa embajadora del país.Pero antes de que el producto llegue a las tiendas y al consumidor final, hay un proceso detrás. En sus orígenes, cuando está en estado puro -es decir cuando la fruta de cacao es sembrada, cuidada con esmero y cosechada-, hay historias, personas importantes: sin ellos no se podría disfrutar del chocolate que, entre otras cosas, ha endulzado el paladar de viajeros de Emirates Airlines y otras aerolíneas. Uno de ellos es Bolívar Alvarado, quien en 2012 fue Presidente de la comunidad de Santa Rita, Archidona y hoy es uno de los expertos en cacao. Él nos recibe amablemente con frutas frescas de la zona y con una jarra de Guayusa: es bien conocida la creencia de que esta bebida, energética, aleja a las serpientes. Santa Rita es una encantadora localidad amazónica, de aire puro y lluvias tibias constantes, las cuales no impiden que los niños salgan a jugar y a volar sus cometas en completa libertad. Esta tierra recibe a los viajeros y a visitantes con un vistoso cartel: “Pueblo del Cacao y Chocolate”. En sus chakras (huerto en quichua) nace el fruto que mueve la economía de esta localidad: “Somos 147 familias, aproximadamente 800 habitantes. El cacao es la principal fuente de subsistencia de la comunidad”, cuenta Bolívar. Pero ahora, gracias a la gestión de Pacari en conjunto con la comunidad, se suman nuevos rubros gracias al “Tour del Cacao y el Chocolate”, que involucra a 34 personas en el centro turístico. El año pasado recibieron 1.200 turistas, pero se proyectan duplicar o triplicar esta cifra en este año. Desde el 2013, los productores de Santa Rita se relacionan comercialmente con Pacari, cuando Bolívar era el Presidente de la Junta. Santiago Peralta y Carla Barbotó, fundadores de la empresa, iniciaron un proceso de producción cuya idea es mantener el equilibrio entre los productores y la naturaleza, pero que además, contribuye con un modelo de comercio justo en el cual los productores reciben una paga equitativa por los productos que entregan: “El cacao es un producto estacionario: al inicio de la cosecha lo compramos, la comunidad se encarga de la recolección, peso, pago, y fermentación para entregarlo en la fábrica. El proceso prácticamente está en manos de ellos. Lo que queremos es que el dinero se quede en la comunidad. A veces los sacos que usamos para el transporte de cacao se devuelven, la idea es que se genere interés porque éste se despierta cuando se logran resultados”, explica Peralta.En la parte técnica, existe un balance entre las dos partes, donde los productores y los propietarios de Pacari combinan sus conocimientos. “La comunidad tiene cacao extraordinario, pero teníamos que mejorar temas de fermentación y secado. Bolívar comenzó de a poco a aprender este proceso y ahora es un maestro. Es un arte que pasamos 2 años aprendiendo”, cuenta el fundador de Pacari, quien nos acompaña por este tour turístico, el cual es promocionado por todos los medios que acompañan a la comercialización del producto. Cuando caminamos por los cuartos de secado y fermentación, nos saluda Rosa Andi, la madre de Bolívar quien además, ha traído a la vida a la mayoría de niños de la comunidad con sus conocimientos de partera ancestral. Al consultarle su edad, nos dice 98. (Sonríe). Pero su hijo afirma que su verdadera edad es 84. Por mi mente corre este pensamiento: mientras muchos nos disminuimos la edad, Rosita se la aumenta, seguramente porque sabe que el tiempo trae sabiduría. Con sus botas de trabajo, fabricadas con caucho, ella nos cuenta que es una de las personas que cuida las chacras, que son fertilizadas naturalmente. Esta mujer es una de las fuerzas que mueve a la comunidad: hace varios años sembró muchos de los árboles que hoy dan los frutos del cacao que -una vez procesados- disfrutamos en las barras de chocolate Pacari. Sin ella Santa, Rita no sería la misma. Regresamos al Centro Comunitario donde nos espera Digna Pauchi y Doris Andi, quienes nos acompañan en la preparación del maito, un envuelto de tilapia en hoja de bijao sazonado solo con productos naturales y acompañado de los productos que la chakra quiere darles: “Aquí lo único que compramos de afuera es la sal, porque cada familia tiene su chacra y de ahí se saca la comida, no consumimos cárnicos en general”, cuenta Bolívar. Una vez asados los maitos, compartimos un almuerzo con nuestros guías. Al consultarles sobre la distribución de las ganancias del comercio del cacao y del turismo, Bolívar responde: “Trabajamos a nombre de la comunidad, debemos rendir cuentas a la Asamblea cada 6 meses y cada 3 meses al grupo de turismo”. Finalmente, de eso trata el Turismo Comunitario: de beneficiar a todos.En la tarde, el tour termina con la preparación de chocolate artesanal y una apreciación de las características más importantes del cacao antes de convertirse en chocolate. Lo degustamos y disfrutamos de su textura, sus sabores.Al final del día, Santiago explica lo que los visitantes encontrarán en este viaje: “Una mezcla de cultura, gastronomía y ecología. Es el regreso del hombre en su estado natural. Aquí se puede ver cómo vive la comunidad sin deudas ni créditos, pero con una hectárea de cacao es feliz. Es lo que todos queremos, estar en paz y disfrutar de la naturaleza”.