Si el individuo crece, crece la empresa. No podemos negar que la cultura organizacional de la empresa ha evolucionado, como la humanidad, de estructuras verticales y jerárquicas a otras participativas, horizontales. El problema de la estructura vertical es que tradicionalmente se mantiene por medio de la coerción, física, mental o emocional y enfrenta al subordinado con el dilema: obedecer órdenes o empoderarse de modo inteligente. Esta observación no tiene la intención de desvalorizar dicha estructura, que es útil en su contexto, es decir, restringida a actividades en las que es indispensable una voz de mando. Tal vez el primero en asentar esta observación por escritofue el reconocido economista estadounidense Douglas McGregor, al plantear susteorías X – Y, siendo la primera la clásica, mientras la segunda plantea un enfoque hacia la persona, generadora de toda productividad; en pocas palabras como individuo, no como engranaje industrial: el capital humano de la empresa. Para asegurar el crecimiento de una empresa se debía ir más allá de la motivación económica, al crecimiento de la persona, como indica la pirámide de Maslow; una vez que el ser humano tiene cubiertas sus necesidades básicas, aparecen otras igualmente importantes: la seguridad, pertenencia, reconocimiento y autorrealización. Mientras mayor sea el nivel de satisfacción y realizaciónque el empleado tenga para alcanzar con su esfuerzo una oportunidad, mejor serásu rendimiento y productividad. Se debe evolucionar para que todos trabajen con la corriente y no contra ella. Con este particular en mente ha surgido en estos últimos años teorías como la Z, el coaching empresarial, que enfoca la motivación hacia un propósito sólido. Los empleados trabajan en una atmósfera de apertura, donde la comunicación fluye, el coach actúa como facilitador, que ayuda a que elempleado encuentre el estímulo y soporte para superar sus limitaciones y desarrollarse plenamente en lo personal y laboral. Con tantas herramientas disponibles, cabe que el gerente se pregunte si realmente vale la pena mantener un enfoque jerárquico en el que el liderazgo exige la sumisión ante un capataz, o evolucionar para que todos puedan trabajar con la corriente y no contra ella.