<br /> <span style="font-weight: bold; ">Por: Fabrice Hansé</span><br /> <span style="font-size: 8pt; ">Director del Consorcio Ecuatoriano para la <br /> Responsabilidad Social (CERES</span><br /> <br /> Es lo que el autor estadounidense David Korten llama “la economía del suicidio”<font color="#666666"><span style="font-size: 11px;">2</span></font>. Una de sus falacias más evidentes es el hecho de no reconocer los límites naturales del planeta. Queremos crecer de manera ilimitada en un planeta con recursos limitados. ¡Es sencillamente ilógico, imposible y suicida!<br /> <br /> <b>¿La RSE cómo solución?</b><br /> ¿A qué nos lleva esta constatación? Necesitamos, a nivel mundial un nuevo sistema productivo, financiero y nuevas políticas públicas que pongan al ser humano y al medio ambiente en primer plano. En el debate intelectual sobre las causas de la crisis actual, se ha dicho que esta crisis es una crisis de valores. Que las instituciones en general, las empresas y los mercados financieros carecen de honestidad, transparencia e integridad.<br /> <br /> Justamente la ética, la honestidad y el cuidado del medio ambiente son valores fundamentales, entre otros, de la Responsabilidad Social Empresarial.<br /> Después de la revolución del Quality Management (manejo integral de la calidad) conceptualizado por W. Edwards Deming y adoptado por el sector industrial japonés desde la década de los 70, surgieron en los años 90, nuevos modelos de gestión basados en la RSE.<br /> <br /> A consecuencia de este interés creciente, basándose en los modelos de mejora continua, empezaron a aparecer todo tipo de códigos y estándares para profesionalizar la RSE (ISO 14001, SA8000, Global Reporting Initiative, etc.) como quedó patente durante la elaboración de la guía ISO 26 000 de Responsabilidad Social de las Organizaciones (entre 2007 y 2010), que identificó más de 100 estándares, iniciativas y guías de RSE.<br /> <br /> Sin embargo, tras más de 15 años de la profesionalización de la RSE, tenemos que constatar que no ha sido suficiente. Cuando sólo faltan siete meses para la Conferencia Mundial Río + 20 sobre el desarrollo sostenible, todos los estudios llegan a la conclusión de que si seguimos con el ritmo actual de producción, extracción y adopción de “prácticas empresariales que limitan el impacto negativo”, el planeta habrá quebrado mucho antes de lograr el equilibrio ecológico/económico. Y no hay negocio que se pueda hacer en un planeta muerto. <br /> <br /> En su libro RSE 2.0 y el nuevo ADN del negocio<span style="font-size: 11px; color: #666666; ">3</span>, el profesor de Cambridge Wayne Visser hace un repaso de las cuatro etapas de la RSE 1.0 y sostiene que hemos llegado a un punto de inflexión en el cual es necesario un cambio real y drástico de la lógica productiva. <br /> <br /> Según él, estas cuatro etapas han fracasado: la etapa de la avaricia (en la cual la RSE es usada de manera defensiva); la etapa de la filantropía (RSE como sinónimo de caridad); la etapa del mercadeo (RSE usada como promoción); y, la del management (RSE usada de manera estratégica). <br /> <br /> Hoy en día se puede decir que la mayor parte de las empresas, tanto en Ecuador como en el resto del mundo, se ubican entre las etapas de la filantropía y del mercadeo, con un número reducido en la RSE estratégica y algunas todavía usando la RSE de manera defensiva. <br /> <br /> <b>“Ser menos malo NO signifca ser bueno”</b><b><span style="font-size: 11px; color: #666666; ">4</span></b><b><span style="color: #666666; "> </span></b><br /> Estas etapas proponen maneras de disfrazar o disminuir el impacto negativo de un sistema productivo diseñado en base al paradigma de la economía del suicidio. <br /> <br /> Según el catedrático, más iniciativas de Responsabilidad Social tradicional permitirán reducir tal vez nuestro impacto y alargar un poco la supervivencia de nuestra especie en el planeta, sin embargo, seguiremos en camino a la quiebra social y ambiental a mediano plazo. <br /> <br /> En vista de esta constatación, se está generando un movimiento público-privado, liderado por académicos, empresarios y economistas (entre otros Wayne Visser<span style="color: #666666; font-size: 8pt; ">5</span>, Muhammad Yunus<span style="color: #666666; font-size: 8pt; ">6</span>, Ray C. Anderson<span style="color: #666666; font-size: 8pt; ">7</span>, William McDonough<span style="font-size: 8pt; color: #666666; ">8</span> y Jib Ellison<span style="color: #666666; font-size: 8pt; ">9</span>) quienes abogan por una nueva revolución industrial en la cual la empresa no “limitaría su impacto negativo” sino que creería valor compartido a través del desarrollo económico, buena gobernanza, diálogo con los grupos de interés y mejora del medio ambiente. Esta revolución será posible sólo si las empresas adoptan como valores fundamentales el empoderamiento, el cuidado y la ética que incorpora el manejo responsable de los recursos (stewardship). <br /> <br /> También se necesitarán políticas públicas adecuadas que facilitarán que el producto más barato sea también el que menos impacto tenga sobre el planeta. Necesitamos una nueva economía que ponga la Naturaleza y la Gente en el centro. Los pasos que se han dado hasta ahora no han sido suficientes, pero ya existen empresas que están cambiando el paradigma económico y productivo y ellas son, sin duda, las que están preparadas para encarar el futuro.<br /> <br />